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Sociedad del cuidado, no del descarte.

Actualmente existe una alternativa viable a la muerte dolorosa y, deberían concentrarse los esfuerzos en la implementación de programas de tratamientos paliativos. Es lícito renunciar a unos tratamientos que supondría únicamente una prolongación penosa de la existencia, ya que en dicho caso estaríamos hablando de distanasia, una prolongación médicamente inútil de la agonía del paciente, sin perspectiva de cura; en fin, un ensañamiento terapéutico, una muerte penosa. Hablo de la Sociedad del Cuidado, no del Descarte, ya que el caso de Holanda es muy ilustrativo por ser dicho Estado el primero en haber legalizado dicho acto eutanásico y, es aquel en el cual se ha hecho, en un espacio de tiempo relativamente breve (en abril del 2002 se legalizó, aún no dos décadas), más evidente la llamada “pendiente resbaladiza” o “plano inclinado”, (empezar realizando eutanasias en casos excepcionales y acabar realizándose en pacientes que no han dado su consentimiento). Bert Keizer, escritor y geriatra holandés comenta al respecto en un artículo: «Comenzamos con los enfermos terminales, pero resultó que los enfermos crónicos
experimentaban un sufrimiento insoportable y desesperado. Posteriormente, seguimos con las personas con demencia incipiente, pacientes psiquiátricos, personas con demencia muy marcada, ancianos de edades muy avanzadas que padecían multitud de achaques, y
finalmente ancianos muy mayores que, aunque no padecen una enfermedad incapacitante o limitante, entienden que su vida ya no tiene sentido».

La eutanasia podría extenderse fácilmente a pacientes incompetentes y a otras poblaciones vulnerables. ¿Se está respetando la dignidad de estas personas en particular, especialmente si son frágiles y no tienen posibilidad de defensa o posibilidad de asegurar, económicamente, unos cuidados paliativos?

La “Asociación Médica Mundial, considera contrarios a la ética tanto el suicidio con ayuda médica como la eutanasia, por lo que deben ser condenadas ambas situaciones por la profesión médica: “El médico debe recordar siempre la obligación de preservar la vida humana”. Dicho acto eutanásico es incompatible con el papel del médico sanador; sería difícil o imposible de controlar y plantearía serios riesgos morales al médico y a su equipo, así como a la confianza depositada por la sociedad en dichos profesionales.

Israel Durán